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01. Acciones: buenas o malas- Ética

Aquí empieza nuestro viaje para averiguar cuáles son los factores que definen a las personas como mayoritariamente buenas, o como esencialmente malas. Nuestro primer paso es estudiar nuestras propias acciones, y por lo tanto, nuestras elecciones. Esto incluye distintos factores como: las aspiraciones, y por lo tanto las motivaciones de la gente a la hora de elegir; las consecuencias que nuestros actos crean en nuestras propias vidas, y por supuesto el riesgo que esto puede tener en las vidas de toda la gente que nos rodea; la justificación de lo que hacemos también influye, si ponemos excusas, por muy buenas o válidas que sean, ¿no es eso aún peor? Si no nos excusamos por acciones moralmente malas o erróneas, ¿es suficiente para hacernos mejores personas?


El primer paso, por supuesto, es definir qué son las buenas acciones versus las que serían malas acciones y por lo tanto aportarían a cada persona una de las dos características. En esencia creo que todos tenemos bastante claro a qué nos referimos cuando hablamos de la oportunidad de obrar el bien o el mal. El bien se podría resumir en que tratamos de conseguir un beneficio global, o al menos ese sería el objetivo óptimo. Al contrario, cuando hacemos cosas que sabemos que están mal, las hacemos igualmente porque buscamos algún tipo de recompensa que a nuestro punto de vista nos haría un poco más felices. Pero todo esto tiene un lado contrario o opuesto que es en el que nos vamos a centrar.



ACCIONES BUENAS


Como ya mencioné antes, obrar el bien es bastante fácil en la teoría, pero como es costumbre, en la práctica todo se complica. Cuando tratamos de elegir la opción buena la solemos tratar como lo que es correcto, como lo que debemos hacer en orden para convertirnos en buenas personas. He empezado mi estudio en el tema con el libro de Aristóteles: Ética a Nicómaco, y ya en las primeras páginas llega a la conclusión de que todas las cosas tienden al Bien (visto como la felicidad total del ser humano). Es decir, cada acción producida por las personas se efectúa porque esta misma está buscando conseguir el Bien que cree que le aportará la felicidad. El libro se centra en el debate de qué tipo de vida es la que le puede conseguir la felicidad al ser humano, y comienza estudiando las distintas opiniones en el tema pues, a pesar de que todas las personas coinciden en que la felicidad es el Bien supremo, no todos creen conseguirlo de la misma manera.


Tal vez os estéis preguntando por qué os he contado todo esto en vez de ir directamente al grano y deciros qué es lo que creo yo que son las buenas acciones y cómo eso afecta al hecho de definir a las personas como buenas o malas. Bien, pues volviendo al principio, Aristóteles dice que todas las elecciones las tomamos buscando conseguir la felicidad, por lo que al tomar buenas acciones, estas deberían acercarnos a conseguirla, ¿cierto? Pero no podía ser tan fácil. Por ejemplo, si yo tengo que tomar una decisión en la que se debate mi propia felicidad, y la felicidad de un grupo ajeno de personas, una vocecita dentro de nosotros nos diría que la opción correcta es aportar la felicidad a un grupo mayor de personas (esto me recuerda al dilema del tranvía que podremos tratar en otro momento), y probablemente lo correcto sea, en efecto, proporcionarle un beneficio a un grupo mayor de personas. Ahora bien, ¿si nos encontramos en la misma situación pero es tu felicidad contra la de otra persona? En este caso solo se debate el poder acercarse al Bien de dos personas individuales con las mismas oportunidades de lograr alcanzar lo que todos queremos. En este caso esa vocecita volvería, y nos diría lo mismo, pero como ya mencioné, todas nuestras elecciones tienen como objetivo acercarnos un poco a la felicidad, por lo que si tomas la decisión de beneficiarte a ti mismo en vez de a la otra persona, ¿nos convierte eso en malas personas directamente?


También es verdad que el simple hecho de creernos buenas personas nos proporciona siempre un poquito de felicidad, por lo que si ese es el caso las dos personas se llenarían de felicidad, aunque una en mayor cantidad que la otra (en este caso, la persona hipotética que mencioné antes). ¿Pero no es eso mejor que quitarle felicidad a otra persona? Pero esto está a punto de llenarse de problemas morales en un segundo.

Punto número uno: si la única razón por la que arriesgamos nuestra felicidad es porque buscamos los honores que nos puede proporcionar el sentirnos mejores personas, eso convertiría nuestra elección a un acto egoísta y dejaría de ser altruista.

Punto número dos: si elegimos beneficiarnos nosotros, y de alguna manera eso lleva a la otra persona a encontrar una mayor fuente de felicidad de una manera distinta, ¿compensa eso nuestra primera elección que fundamentalmente era "incorrecta"?


Y ahora ya voy a resumir las buenas acciones rápidamente. Volviendo al principio de todo, el bien busca un beneficio global, que ya hemos visto que sería la felicidad. Por lo que en la teoría lo que nos convertiría en buenas personas sería buscar siempre la manera de aportar felicidad a la mayor cantidad de personas posibles de manera completamente altruista. Sin embargo, a la hora de la práctica, hay muchos más factores que tendríamos que tener en cuenta. Actuar sin intereses sería uno de ellos, puesto que nuestras motivaciones son una gran influencia, las consecuencias que nuestras elecciones crean en nuestro entorno y que pueden llegar a afectar a vidas ajenas, aunque nosotros no nos demos cuenta… Y con esto entramos en el apartado de lo que serían las malas acciones.



ACCIONES MALAS


Si creíais que las buenas acciones tenían una definición complicada, esperaros a escuchar la de las malas. Todos sabemos lo que está mal, o al menos en su esencia más drástica. Es lógico que matar a una persona prohibiéndole vivir esté mal, ¿pero y cuando se hace en defensa propia? Sabemos que herir a otros no es lo correcto, que dejarse guiar por la avaricia es un movimiento erróneo, que solo mirar por uno mismo no es inteligente… Vale sí, esencialmente, sabemos lo que está bien y lo que está mal. Pero, hay algo que hay que tener en cuenta a la hora de juzgar a las personas, bueno, de hecho hay muchos factores que pueden alterar lo simple con lo que se pueden llegar a entender lo correcto de lo incorrecto.


Para empezar, hay que estudiar las razones por las que la gente actúa de la manera que lo hace. Ya hemos explicado que el objetivo de todas las personas es alcanzar la felicidad, por lo que guiarán sus elecciones tratando de conseguirla. Y esta es una de las motivaciones que hay que tener en cuenta a la hora de tratar de averiguar si estamos obrando bien o mal. El hecho de que el mayor Bien al que podemos aspirar sea conseguir algo y tengamos claro qué es nos hará tomar distintas decisiones. Ya hemos explicado que según Aristóteles todas las acciones que llevamos a cabo buscan la felicidad, y también hemos hablado que depende de las personas esta se puede alcanzar de distintas maneras. Una de ellas, y que suele llevar a la gente a tomar decisiones “erróneas” es la búsqueda de los honores, es decir, buscar prestigio en orden a conseguir felicidad. Y aquí es cuando Aristóteles vuelve a entrar pues mientras estaba leyendo el libro llegué a un apartado que me gustó mucho. Él dice que es un bien superficial pues quien busca la felicidad en los honores acaba dándole más valores a estos y a quienes los conceden que a uno mismo. También menciona, y cito textualmente: “esos hombres parecen perseguir los honores para persuadirse a sí mismos que son buenos, pues buscan ser honrados por los hombres sensatos”. Y llegamos al mismo dilema, el hecho de actuar de maneras concretas para sentirnos como buenas personas.


Una de las grandes influencias en nuestras motivaciones es que cada vez que tomamos una decisión lo hacemos basándonos en experiencias del pasado (nos centraremos más en todo esto en el siguiente episodio). Esto implica que todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida nos va a ayudar a tomar una elección. Si tenemos esto en cuenta, el comportamiento que hayamos experimentando a nuestro alrededor en el periodo de aprendizaje nos va a conducir a una visión distinta de nuestro presente. Así que sí, las personas con las que nos rodeamos van a ser un factor crucial en el momento en el que nosotros nos encontremos con un dilema moral, como puede ser cualquiera de los que hemos mencionado en el apartado anterior. Sé lo que estás pensando, esto no es razón suficiente para justificar todas las acciones malas o que produzcan algo negativo.


Hay más factores que complican la definición de una mala acción. Este probablemente sea el mayor error que tenemos a la hora de poder definirlas: las acciones involuntarias. Estas se pueden definir con las consecuencias ajenas y que no pueden ser previstas desde el punto de vista actual. Las acciones "malas" involuntarias son aquellas que crean consecuencias negativas a largo plazo pero que cuando se tomó la decisión eran desconocidas. Esto supone un problema a la hora de calificar tu decisión por varias razones. La primera, es que has creado obstáculos a tu alrededor que con el paso del tiempo consiguen alejarse del Bien. La segunda es que originalmente no existía un contra efecto que pudiera echarte para atrás. En estos momentos es cuando tenemos que tomar “bandos”, y solo hay dos formas de estudiar este tipo de situaciones:

La primera es utilizando un punto de vista objetivo. Desde este probablemente llegues a la conclusión de que la decisión que tomaste no era la correcta y por lo tanto has fallado el examen de ética que tenías delante.

La segunda es decantarse por un punto de vista subjetivo. De esta manera eres capaz de ponerte en el lugar de la persona que se “equivocó” y desde ahí poder juzgar por qué tomó la decisión que tomó.


Esto se puede extender a muchos otros ejemplos que no tienen que tener que ver con las acciones involuntarias. Hay muchas otras maneras en las que en nuestro día a día perdemos puntos de nuestro carné de buenas personas por pequeñas elecciones que en el momento no se nos ocurre considerar y por las que técnicamente no se nos podría culpar.



CONCLUSIÓN


Para terminar, vamos a hacer un pequeño esquema de todos los factores que hemos analizado para ver si nuestras acciones nos convierten en buenas o malas personas.

  1. Todas las personas buscamos el Bien, que definimos como felicidad.

  2. El bien se lleva a cabo buscando la felicidad para la mayor población que se pueda.

  3. Los humanos buscamos honores que el resto de la sociedad nos concede, uno de ellos es que nos vean como buenas personas.

  4. Actuar bien por fines egoístas no es ser buena persona (mirar punto número 3).

  5. El ambiente en el que nos criemos nos influye en la toma de decisiones futuras.

  6. Hay acciones involuntarias que pueden llegar a causar consecuencias negativas.

Antes de contestar la última pregunta quiero añadir unas capturas que he hecho de una página web donde ponen 10 ejemplos de buenas acciones y otros 10 ejemplos de malas acciones. Este es el modo simple de ver y juzgar las elecciones para catalogar a las personas, y por eso mismo he querido enseñarlo.



Una vez que tenemos todo lo visto en cuenta volvemos una última vez a la pregunta original: ¿Nuestras acciones nos convierten en buenas y malas personas? Esto quiere decir que si actúas bien, eres bueno, y si actúas mal, eres malo. Para responder a esta pregunta he tratado de definir ambas partes: qué son las buenas acciones y cuáles son las malas. Y una vez sopesado cada una de las definiciones he llegado a la conclusión de que nuestras acciones no son un estudio suficiente para determinar si una persona es buena o mala.


A la hora de responder esta pregunta, creo que hay muchos más factores que toman parte cuando tratamos de determinar la naturaleza ética y moral de una persona. Una de ellas, y en la que he insistido durante todo el episodio es el hecho de las motivaciones:

¿En qué se basa tu elección? Conseguir un beneficio propio e individual, acercarte hacia el Bien, darle privilegios a un grupo de personas sobre otro, renunciar a tu felicidad por la ajena… No creo que puedas juzgar las acciones de una persona si no tenemos en cuenta las razones que le llevan a hacerlo. Y eso es exactamente lo que vamos a tratar en el siguiente episodio, las motivaciones de las personas a actuar de una manera concreta.


Voy a cerrar la entrada de hoy con la frase de una canción que me pareció muy adecuada para el tema que hemos tratado. En la toma de decisiones siempre conoces lo que se ve con una decisión correcta y lo que no, conoces las reglas básicas de la moral y lo que debes de hacer según lo que está bien y lo que está mal. Pero como ya dije actuar bien no es tan fácil como la teoría y muchas veces simplemente tienes que escoger lo que sientas que es la opción correcta para ti.


You can tell me what you see

I will choose what I believe

- Mess is mine by Vance Joy


 
 
 

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